viernes, 12 de marzo de 2010

Pelaje


Es vivir destinado a dormir días lejanos
Enterrado en la blanda
Claridad del cielo;
Pues, centinela de noche,
Me acompaña el recorrer angosto
Del agua de las acequias,
Tiritando en tonos medios
El galope de su andar.

Percibo la compañía de un perro,
La luna generosa
Y la inmensidad oscura de los potreros,
La dura ansiedad
Por dibujarle quejidos a la guitarra,
Por el sismo de las horas,
Por la lluvia de temores en madrugada,
Por la agitación ciega de las fugas,
Temo de paños con sangre
Toda la noche.

Cuando ya el soplo del humo negro
Ha cesado,
Tengo tristeza a estar solo,
Hoy, quizás, sólo por hoy.

La nostalgia es una puntada cerebral
Que se instala en mis pasos calmados.

La bandera será el regazo de los niños desolados,
Y como siempre, aquellos ojos con estrellas,
Serán para aliviar su hambre de techo y calma,
De pan y de sueño, de arreboles y aves, de paz.

Sabré cuando mi canto se alce de historia,
De valentía y de sangre,
Pues, construiré a razón de frentes y manos
El caminar de esta noche
Y buscaré con amargura
La ausencia del mañana…

Pues ella se va entre los dedos,
Pues ella vuelve del destierro...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Canción III


Danza con los muertos

Yo, le canto al árbol,
Al árbol verde y rojo
Que se despierta por la noche,
A las nupcias del derroche.

Yo, le cambiaría
Al cielo unos poemas,
Por unos cuantos fundamentos
A esta danza con los muertos.

Yo, devolvería
Las horas del destierro,
Bajo los mástiles ahorcados
Y volantines olvidados.

Yo, le canto al árbol;
Molino y elegía.
El epitafio de los vientos,
Hijo y testigo de los tiempos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Poema II


I

Ahora me destrozan tus huellas
Y suelo seguirlas,
Luego, con los pies heridos
Suelo pensar tus ojos.
Surcó el vuelo la mariposa,
Desparramó sus colores,
Me tapó de dolores
Y se anidó en la muerte.
Suele así ser tu presencia,
Todos los días.
Y que mejor consuelo que el sollozo,
El silencio, los desvelos,
Que las letras y la oscuridad:
Serena calma para mí.
Yo, que nací ruidoso,
Gritón en Re Mayor,
Primaveralmente pintado,
Y concebido de luces.

Tan ligera pastora,
Callada caminante;
Bebes agua de vegetales vertientes
Que pintan tu silueta
Y bordan tus ojos claros;
Los suelo pensar
Con los pies heridos,
Anidado en la muerte.

II

Escondido en la trinchera,
Inspirado de espanto.
Cercenadas las guitarras,
Torturados los trigales,
Maniatados los velos de los árboles.

¡Bestias de cerebro seco,
hambrientas de sangre y alquitrán!
De pieles doradas
Y huesos plateados.

En casa me esperan
Los candelabros encendidos
Vestidos de flores,
Más estoy convencido de no huir,
Aunque la sangre ajena me hiera,
O atormenten los cuerpos desarmados.

La muerte no me ha de asustar
Si esta tierra es un estigma del dolor,
Y el dolor es el estigma de la vida,
Y la vida es una eterna esclava de las horas.
De esta manera,
suelo amar la vida,
Tanto como a tus ojos;
Suelo pensarlos cuando herido estoy.

Te escribo, no sé si valiente o cobarde,
Tras la trinchera,
En los momentos más oscuros
De nuestra resistencia.
No pierdo la esperanza,
Pues la victoria de nuestra muerte,
De nuestra vida, de nuestra sangre,
De nuestro vuelo y de nuestros trigales,
Llegará, flameará.
Aunque solo un grito sea,
Sea vivo o muerto,
La victoria sepultará mis manos
Y tus ojos bordados y claros
Serán hijos de la eternidad;
Y mis heridas sanadas,
Con el dolor y la oscuridad
Se difuminarán, se olvidarán...

martes, 20 de octubre de 2009

Décimas por literatura a la noche y al alba


De aquellas tristes andanzas
Aprendí a cantar de noche,
Y las letras sin reproche
Regalaron esperanzas.
Mis antiguas añoranzas
En acordes, hoy son libres,
Ellas rugen como tigres,
Como fieras encerradas,
Hoy se visten afinadas
Y en el campo surgen libres.

Con la luna en el sendero,
Los grillos de la montaña
Y las aves de compaña,
El miedo se hace ligero.
Con tan flamante lucero
Los cielos se hacen lumbrera,
Y la sombra pasajera
En la quebrada se pierde,
El diablo las piedras muerde
Detrás de la palomera.

Se desvelan los aullidos
De los perros y los vientos
Entregando los alientos
De la noche y su estallido.
En el silencio fallido
Se estremece mi guitarra,
Como ya su vientre narra
Que en oriente se avecina
Una luz que me camina
Como el verde de la parra.

Ya muy cerca trina el alba
A cantar tonos mayores
Resolviendo los dolores
Al aura doliente salva.
El canto silencio escarba,
Y al árbol cede lugar,
Al sol quiere demostrar
Que sus hojas forman coros,
Que su sabia es un tesoro
Que a los troncos puede ahogar.

Y mansos ahora respiran
Arreboles mañaneros,
Los pétalos mensajeros
A los aires se retiran.
En los ojos no culminan
Estos eternos colores
Con sus amantes temores.
En la vida se derraman,
alegrías que se hilvanan,
Con sigilosos dolores.

Canción I


Voy detrás de las verdes palomas,
De los cinco dibujos,
Y recorro los patios traseros
Muy cerca del mundo.
Si me pongo a trovar esta noche,
Será, hoy, tu voz, tan tranquila y serena.
Solas vendrán
Las alondras que cuidan tu lugar.

Tu vestido de todas las noches
Tiene diez colores;
Se desplaza en tu espalda, en tus pechos,
Imitando las flores.
Si me voy galopando esta noche
Te alcanzaré en las horas de un verso,
Despertarás
Con suspiros del sol y la humedad.

Y espero que en el lecho
Me espere despierto
El umbral con su adiós,
Y huir en el último sueño
Que te hace irreal.

Limpiaré de tu rostro y tus manos
Los estigmas del cielo.
Legaré con tus labios mojados,
Tu silueta en el tiempo.
Si te envuelvo en rocío esta noche,
Te abrazaré en las ventanas del viento.
Te seguiré
A los hondos perfumes de tu ojal .